
😲 Increíble: esto fue lo que ocurrió mientras yo simplemente decidí orar en silencio…
Esa noche estaba cansado. No físicamente, sino del alma. Las cosas no iban bien: problemas familiares, preocupaciones económicas, y un silencio espiritual que me hacía sentir solo, aunque estuviera rodeado de gente. No sabía qué más hacer, así que me senté en el borde de la cama, apagué el celular, y dije en voz baja: “Dios, si estás ahí… háblame.”
No esperaba una respuesta inmediata. Solo quería liberar un poco del peso que llevaba dentro. Pero lo que ocurrió en los siguientes minutos me dejó marcado para siempre.
Mientras oraba en silencio, algo cambió en el ambiente. No hubo luces, no hubo voces. Pero sentí una presencia tan real, tan cálida, que era imposible ignorarla. Mi ansiedad se detuvo. Mi respiración se calmó. Era como si alguien me abrazara sin tocarme. Un consuelo inexplicable.
De repente, mi teléfono, que había apagado, se encendió solo. Una notificación apareció: un mensaje de una persona con la que no hablaba hace años, alguien con quien tenía una herida profunda. El mensaje decía: “He estado pensando en ti… perdóname por el daño que te hice.”
Me quebré. Las lágrimas comenzaron a caer. No por tristeza, sino por esa mezcla de alivio y asombro. ¿Cómo era posible que justo en ese momento, cuando abrí mi corazón en oración, llegara esa reconciliación?
Sentí que Dios no solo me escuchó, sino que respondió.
Desde esa noche, todo cambió. No porque mis problemas desaparecieron, sino porque ya no los cargo solo. Entendí que la oración no siempre cambia lo externo de inmediato, pero transforma lo interno de formas que no podemos explicar.
Lo increíble no fue solo lo que ocurrió afuera… sino lo que ocurrió dentro de mí