
—
**Querida congregación, amigos y seres queridos,**
Hoy me dirijo a ustedes con un corazón abierto y lleno de sinceridad para compartir una de las decisiones más difíciles y profundas que he tenido que tomar en mi vida personal. Como muchos saben, mi camino ha estado lleno de desafíos, aprendizajes y momentos de alegría y tristeza, y hoy quiero hablarles con honestidad sobre un proceso que, aunque lleno de dolor, también es una oportunidad para la reflexión, la madurez y la fe.
Después de un tiempo de oración, reflexión y diálogo con mi esposa, hemos llegado a la difícil decisión de separarnos y seguir caminos diferentes. Este no ha sido un proceso fácil, y no ha sido una decisión tomada a la ligera. Como líder espiritual, siempre he predicado la importancia del amor, la fidelidad y la perseverancia en medio de las dificultades. Sin embargo, también debo ser honesto con ustedes y conmigo mismo, reconociendo que la vida a veces nos presenta pruebas que requieren de humildad, perdón y una profunda búsqueda de la voluntad de Dios.
**¿Por qué comparto esto con ustedes?**
Porque creo firmemente en la comunidad y en la importancia de la transparencia. La vida cristiana no es sin dificultades, y todos enfrentamos momentos de prueba en diferentes ámbitos. La diferencia está en cómo respondemos a esas pruebas. Mi fe y mi compromiso con Dios permanecen firmes, y este proceso no significa una pérdida de esperanza, sino una oportunidad para crecer espiritualmente y para reafirmar que, en medio de las tormentas, Dios siempre tiene un plan.
Quiero que sepan que esta decisión no ha sido motivada por falta de amor o respeto, sino por circunstancias que nos llevaron a comprender que lo mejor para ambos, y en especial para nuestros hijos (si los tuviera), es seguir caminos separados con dignidad y respeto mutuo. La separación es, sin duda, una de las experiencias más dolorosas que podemos vivir como seres humanos, pero también puede ser un momento de introspección y de redescubrimiento de nuestras propias vidas y de nuestra relación con Dios.
**Mi compromiso con Dios y con ustedes**
Mi compromiso con Dios permanece inalterable. Como pastor, mi misión sigue siendo guiar, enseñar y predicar el mensaje de amor, esperanza y perdón. Hoy, más que nunca, reafirmo que en Cristo encontramos la fortaleza para afrontar cualquier adversidad. La Biblia nos enseña que en medio de las tribulaciones, Dios está con nosotros, y que su misericordia es nueva cada mañana.
Este proceso de divorcio también me ha enseñado muchas cosas sobre la humildad, la aceptación y la importancia de la sanidad emocional y espiritual. Por eso, he decidido buscar ayuda profesional y también dedicar tiempo a la oración y la reflexión personal. Quiero que mi ejemplo sea uno de honestidad, de reconocimiento de nuestras limitaciones humanas y de confianza en que Dios puede obrar incluso en los momentos más difíciles.
**Agradecimiento y esperanza**
Quiero agradecer a cada uno de ustedes por su apoyo, su oración y su amor incondicional. La comunidad que Dios ha sembrado en nuestro corazón ha sido un refugio durante estos tiempos difíciles. También agradezco a mi esposa por los años compartidos, por las bendiciones y por las lecciones aprendidas en conjunto. Reitero que nuestro respeto mutuo y nuestro compromiso por el bienestar de nuestros hijos permanecen firmes.
Este proceso no marca un final, sino un nuevo comienzo. La vida continúa, y en ella encontramos nuevas oportunidades de servicio, de amor y de crecimiento personal. Confío en que Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros, incluso en medio del dolor y la incertidumbre. La fe nos sostiene, y la esperanza en el futuro nos anima a seguir adelante con confianza en que la voluntad de Dios siempre será perfecta.
**Un llamado a la comunidad**
Quiero aprovechar esta oportunidad para invitar a cada uno de ustedes a seguir orando por nosotros, por nuestras familias y por toda la comunidad. La oración es nuestra arma más poderosa, y en ella encontramos paz, sanidad y dirección divina. También les pido que nos acompañen en este proceso de sanidad emocional y espiritual, recordando que todos somos humanos, imperfectos y en constante crecimiento.
A quienes puedan estar atravesando circunstancias similares, quiero decirles que no están solos. La vida nos presenta desafíos que parecen insuperables, pero con fe, amor y apoyo mutuo, podemos superarlos. La misericordia de Dios es más grande que cualquier dificultad, y su gracia nos sostiene en los momentos más oscuros.
**Cierre con esperanza y fe**
En conclusión, deseo que esta experiencia nos sirva para fortalecer nuestra fe, para valorar aún más el amor verdadero y para entender que en Dios todo tiene un propósito. La honestidad, la humildad y el amor son los pilares que nos guían en estos tiempos de cambio. Mi oración es que, a través de esta situación, podamos crecer en carácter, en fe y en amor por Dios y por los demás.
Gracias por su comprensión, por su apoyo y por seguir creyendo en la obra de Dios en nuestras vidas. Que la paz de Cristo reine en nuestros corazones y que su luz ilumine nuestro camino hacia un futuro lleno de esperanza y bendiciones.
**Con amor y gratitud,**
*Pastor Iván Vindas*
—
¿Quieres que adapte o agregue alguna parte adicional?